Carlos Martorell presenta un culto a los riffs de sintetizador con “Sugar & Cheese”…
Carlos Martorell presenta un culto a los riffs de sintetizador con “Sugar & Cheese”…

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7 de agosto de 2013

7 minutos lectura

Carlos Martorell presenta un culto a los riffs de sintetizador con “Sugar & Cheese”…

carlos

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“Es bastante complicado documentar el sinte utilizado, en los 70 no se solia apuntar qué sintes se usaban en las grabaciones. Hay foros y gente haciendo ingenieria inversa para recuperar ciertos sonidos, pero es bastante complicado”.

Son palabras de Carlos Martorell, inquieto joven y melómano que ayer mismo nos informaba de su proyecto “Sugar & Cheese”; el de Ràdio Tortosa y Ensemble Topogràfic perfila una exhaustiva iniciativa dedicada al sintetizador y su uso en la música contemporánea, trazando una radiografía impecable de sus mejores y más particulares momentos extrayendo y coleccionando en un mix algunos de los solos y riffs más característicos. Ante la sorpresa y asombro que provocó en nosotros la titánica tarea, pedimos a Carlos que expandiera esta iniciativa con un texto introductorio y la selección de 4 momentos estelares del podcast. Aquí está el resultado:

Sugar & Cheese es una compilación de solos y riffs de sintetizador (contando a los órganos modernos como primeras formas de síntesis aditiva). Lo que empezó siendo un intento -juego- por construir un tema con algunos de mis solos favoritos ha terminado por convertirse en un homenaje a los aparatos que hicieron despertar mi interés por la parte más experimental de la música a principios de los 90 y entender el maravilloso MIDI (en casa hubo un Roland D50, y sobretodo, un precioso Yamaha DX7 Mark II del que todavia sigo enamorado), y también a algunos de mis solistas favoritos: Joe Zawinul, Rick Wakeman, George Duke, Peter Bardens.

La pieza en sí ha ido creciendo inevitablemente durante los dos meses que me ha llevado encajar las piezas. Ha sido el pasatiempos de mis trayectos en bus y tren de las últimas semanas. La necesidad de solos para dar un sentido de continuidad al tema también ha conllevado un trabajo de investigación bastante exhaustivo: recorrer la inabarcable discografia de George Duke, descubrir a César Camargo Mariano por el camino, o a Eddie Jobson en el contexto de la superbanda UK. AL final, consta de 96 extractos, pero dejando más de 300 en el tintero. Nota para los puristas: para unir las piezas solo hay crossfader y un poco de ecualización, ya se sabe como varia la respuesta en frecuencia de las grabacions y mezclas entre décadas. Por tanto, no hay ni corrección de pitch ni time stretching.

El resultado deja entrever que los solos funcionan como punto de unión entre géneros. Desde un punto de vista académico, y aislados de los temas a los que empujan o ayudan -o que sacan a relucir el onanismo del teclista-, se pueden apreciar rasgos y técnicas similares. Si a eso añadimos una paleta sonora bastante parecida, con un sonido lead bastante agudo y limpio sacando la cabeza entre la mezcla, las comparaciones con los homónimos a la guitarra son inevitables. Sí, es la única razón por la que existen esos híbridos mutantes llamados keytars. Para muestra, un botón: el trino que se marcan en “Digital Love” los Daft Punk. Los hay, por eso, sin ansias de protagonismo, aquellos que andan de manita con el tema. El funk de los 70 entendió muy bien el sonido sintético de Moogs y ARPs para menear culos y caderas. Ese sonido líquido tiene un nosequé que te recorre el espinazo y el sistema nervioso provocando. El pamfleto punk y minimalista a la vez de hace un dos o tres décadas se ventiló a los fraseos sexys de sinte de la mayoría de grabaciones de los noventa (ese “bájame el teclado”). Pero todo vuelve, y los revivals que han poblado los dosmiles se han encargado de poner en marcha otra vez los Korg MS-20 y los Roland Juno 106 a los que el polvo y la carcoma no les habían hecho la faena.

Tracklist Completo: